domingo, 10 de abril de 2011

La varita

Un día el hada Cristil estaba jugando con su varita nueva, la aventaba y la atrapaba, la aventaba y la volvía a atrapar, pero en un descuido la aventó tan alto que apenas se veía un puntito en el cielo y bajó tan rápido que no la pudo atrapar. La varita cayó en una alcantarilla. Trató de sacarla pero sus manos eran muy grandes y no cabían. Un niño que andaba por ahí, se acerco al hada y le preguntó:
-¿Está todo bien o por qué tienes tus dedos en una alcantarilla?
-Es qué mi varita se cayó a la alcantarilla- El hada empezó a llorar
-No llores, yo he pasado cosas peores y no lloro.
-¿A si, como que?
-Pues yo tenía una flor verde amarilla muy bonita, pero un día llego el tren y la aplastó.
-¿y que hiciste?
-fui con el chófer y ya estaba a punto de reclamarle por aplastar mi flor cuando de repente el conductor me hizo una cara de enojo tan fea que me resigné y busque otro lugar para plantar otra flor.
-Entonces no fue tan malo-dijo el hada- A mi me han pasado cosas todavía mas graves
-¿A si? pues cuéntame y yo te digo si es verdad.
-¡Claro que es verdad¡, yo tenía un tío muy amable y muy bueno conmigo, pero un día se comió una planta maliciosa rongosa por accidente y no le pudieron sacar el mificus cucus (la sustancia peligrosa de esta hierba) a tiempo y le crecieron unos cuernos enormes.
-¿y eso es todo? ummm... pues digamos que es un empate-dijo el niño-¿tienes alguna anécdota feliz?
-Sí, una vez hace mucho, a un vendedor de una tienda deportiva le llegó un paquete gigante que contenía varias patinetas de cinco ruedas, aunque el no las había pedido entonces empezó a regalar patinetas de cinco ruedas.
-Me hubiera gustado estar ahí- dijo el niño, después metió la mano a la alcantarilla y sacó la varita y se la dió al hada. Cristil le sonrió y los dos siguieron su camino.
A la mañana siguiente el niño le amaneció una patineta de cinco ruedas.